Restituto Rodríguez Camacho (San Juan del Río, 5 de julio de 1931) se dedica a plasmar en luces de óleo sobre tela mundos que no existen más que en su imaginación.
Entre todos los momentos vividos, se queda con lo mejor, lo que estremece su pincel al empaparse de color para pintar criaturas sobrenaturales. Retrata adolescentes que posan para él en su estudio porque conocen al artista y saben que dibujará sus rasgos con acucioso respeto, haciendo que sus más profundos pensamientos se asomen al boceto y cobren vida en el lienzo.
Ha expresado sus ideas a la manera surrealista de Remedios Varo, Leonora Carrington, Salvador Dalí y René Magritte. Como sus maestros, en ocasiones lleva sus angustias al pincel. De sus telas brotan mujeres bellas, animales fantásticos, pisos que recuerdan a los tableros de ajedrez, bosques que penetran en espacios cerrados, hombres taciturnos, imágenes absurdas, reflejos de la realidad con toda su compleja iconografía.
La tela de cada pintura se ha vuelto su cómplice, válvula de escape, terapia y fortaleza. El maestro transforma sus sentimientos en color y ritmo. Ha pasado de una paleta a otra. Del pincel han brotado personajes que transmiten mensajes cargados de significado.
El pintor va por el mundo buscando modelos para sus cuadros. Mientras otros ven paisajes o edificios, el maestro Rodríguez se detiene en los rasgos de las personas. Se siente atraído por los rostros diferentes, los que se salen de lo común. La magia se logra de una manera fluida, casi natural. Al contemplar sus obras, penetramos a un complejo universo con su propia iconografía.